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"Somos cuentos contando cuentos..." Fernando Pessoa.

domingo, 26 de noviembre de 2023

El emperador Palpatine. Cinco "cómodos" pasos para convertirse en tirano



 · Una de las líneas argumentales más habituales en el cine de ciencia ficción, especialmente en el subgénero de extraterrestres, es la típica invasión alienígena. Seres procedentes de otros planetas elaboran complicados planes de guerra para conquistar o destruir la Tierra. Ante esta amenaza solo cabe una respuesta violenta, defensiva y xenófoba. El otro, el diferente, el que proviene del exterior, es un ser peligroso que debe ser repelido mediante el uso de las armas. Este lugar común puede ser consecuencia del concepto de alteridad o miedo a lo desconocido, pero también cuenta con una lectura claramente política, como ocurría con el cine estadounidense de los años 50: la identificación del peligro extraterrestre con el enemigo comunista en plena Guerra Fría. Uno de los  ejemplos más destacados sería La guerra de los mundos (Byron Haskin, 1953), una película en la que los marcianos representaban “la alegoría por excelencia del Kremlin” (Memba, 2005, p. 74). 
 
Los alienígenas de Byron Haskin provenían del Planeta Rojo, no atacaban a ningún país del otro lado del Telón de Acero y destruían iglesias...
 
 · Sin embargo, George Lucas escogió una opción completamente distinta a la hora de crear Star Wars. En ella, el Enemigo pertenece a la galaxia donde se desarrolla la narración, no es un agente extraño a ese mundo. En realidad, el personaje que ejerce la función de villano proviene de la propia organización política que se describe en la saga. El subtexto que aportan estas películas es, por tanto,  muy diferente del anterior. Habla del peligro que anida en el interior de todo sistema democrático: su transformación desde dentro en una tiranía sanguinaria y militarista.
 
· El centro de este cambio radical es el emperador Palpatine. En un principio parece tratarse de "un hombre tranquilo y sin pretensiones, un individuo soso que carecía de ambición o astucia, que permaneció al margen de la corrupción que infectaba al gobierno. Sin embargo, Palpatine era un consumado actor en la arena de la política galáctica, así como un maestro del Lado Oscuro. Una vez hubo engañado a varias facciones para que le apoyaran para el cargo de jefe del Senado, actuó con rapidez para consolidar su poder” (Sansweet, 1999, p. 229).
 
El senador Palpatine. 
 "Un hombre tranquilo y sin pretensiones"
 
 · Lo curioso es que a pesar de acabar convirtiéndose en la cabeza visible de un régimen tiránico, el emperador es uno de los personajes con menos referencias en la trilogía original: apenas se le menciona en el Episodio IV y solo tiene una aparición holográfica en el Episodio V, siendo su presencia más importante en el Episodio VI al tentar a Luke para que se pase al Lado Oscuro. En realidad, el desarrollo de este personaje se produjo en las precuelas. Palpatine apareció en ellas como una de las figuras más complejas e interesantes de la saga, mostrándose como un auténtico maestro de títeres que hará que la República se desmorone desde dentro.
 
Breve aparición de Palpatine en  El imperio contraataca (1980)
 
  · De este modo, el conflicto en Star Wars no se produce por una invasión alienígena que amenaza el mundo conocido, sino por una larvada estrategia interna para lograr el poder, un golpe de Estado que acaba dando lugar a una dictadura galáctica, apoyada por un ejército opresor cuyos dirigentes se visten con uniformes sospechosamente parecidos a los oficiales nazis de la Segunda Guerra Mundial.

· La articulación de esta estrategia se produce en varias etapas a lo largo de las precuelas. Aunque Lucas insinúa que la República cuenta con problemas previos a la actuación del futuro emperador, lo cierto es que todos los conflictos planteados en estas tres películas tienen un mismo punto de partida, el senador Palpatine, y un único objetivo, lograr el poder absoluto. Sin lugar a dudas, este personaje es el motor oculto y principal de buena parte de los acontecimientos descritos en los Episodios I, II y III. Para ello, el senador de Naboo elabora una planificación compleja, llena de movimientos soterrados, que solo se harán visibles cuando confiese ante Anakin Skywalker que él es el Lord Sith de cuya existencia sospechaba el Consejo Jedi.
  
El senador de Naboo actúa como una araña tejiendo su tela para lograr el poder absoluto

· Palpatine se muestra así como una de las figuras más atractivas de esta trilogía, gracias también a la magnífica actuación de un secundario de lujo, Ian McDiarmid. Inicialmente, podemos identificarle como el político intrigante, el seductor, el que susurra al oído del resto de personajes para adular y obtener de ellos lo necesario hasta alcanzar su objetivo final. Tales actuaciones nos hacen pensar que Palpatine está detrás de todas las tramas políticas que le llevan a obtener el cargo de canciller y posteriormente el de emperador.  Dicha estrategia le permitirá alcanzar el máximo poder en la galaxia a través de cinco “cómodos” pasos o escalones políticos:


Primera etapa. De senador a canciller

· La primera de estas etapas, partiendo de su puesto como senador, es incitar a la Federación de Comercio para que realice la ocupación del pequeño y pacífico planeta Naboo. Su intención es alentar este conflicto en el Borde Exterior para descabezar a la República y obtener el cargo de canciller. La invasión, que él mismo impulsa como Darth Sidious, tiene como objetivo la firma de un tratado que legalice el control comercial de Naboo. No queda clara la estratagema, ya que Lucas ofrece pocos datos, pero parece que Palpatine-Sidous pretende utilizar este acuerdo para provocar la dimisión o el cese del canciller Valorum. Sin embargo, la huida de la reina Amidala junto a dos jedis le obliga a cambiar de estrategia. Aquí se observa un rasgo imprescindible del Lord Sith: su capacidad para improvisar, para aprovechar todos los sucesos y giros  políticos en beneficio de sus intereses. Con la llegada de Amidala a la capital, le “susurra” varias opciones que siempre concluyen en la necesidad de descabezar a Valorum. Como político que se mueve hasta ese momento entre las sombras, otros deben hacer  el trabajo sucio por él, para que nadie sospeche de sus ambiciones. La reina pide la dimisión del canciller porque piensa que no existe otra salida para el conflicto de Naboo, al menos eso le ha hecho creer Palpatine. De esta forma, la presidencia de la República queda libre. Otros senadores se encargarán de proponerle como candidato. Seguramente los ha seducido con su carisma político. El nuevo canciller ha trabajado mucho tiempo para crear el clima necesario a su favor.  Solo le faltaba la renuncia de Valorum.  Ha configurado una compleja tela de araña para lograrlo. Si un hilo no funciona moverá otros hasta conseguir su propósito. 

El canciller Valorum tratando de aferrarse al sillón.
La amenaza fantasma (1999)
 

Segunda etapa. Los separatistas.

· Después de haber logrado su primer objetivo, a Palpatine se le presenta un problema de difícil solución. El sistema democrático de la República obliga a que solo pueda estar al frente del Senado durante dos legislaturas. Después debe abandonar el cargo, lo que supone un grave contratiempo para sus aspiraciones. Para evitar esa temporalidad, Palpatine elabora una nueva estrategia en El ataque de los clones. La trama principal de esta película es la aparición de un grupo de separatistas que pretenden dividir la República como respuesta a la ineficacia del sistema para resolver los conflictos existentes. Como canciller, Palpatine se opone a esta división, pero  al final de este capítulo comprobamos que es él quien está detrás del máximo líder separatista, el conde Dooku. Ambos se encuentran en Coruscant y el diálogo es muy esclarecedor:

Conde Dooku: La Fuerza está con nosotros maestro Sidious.

Darth Sidious-Palpatine: Bienvenido a casa lord Thyranus… Lo has hecho muy bien.

Conde Dooku: Tengo buenas noticias, milord: la guerra ha empezado.

Darth Sidious-Palpatine: Excelente. Todo se va cumpliendo según lo planeado.
 
· Por tanto, es Palpatine quien alimenta el conflicto, generando así una guerra civil, con la intención de que la crisis política obligue al Senado a concederle mayores poderes como canciller. El objetivo de esta medida es alargar artificialmente su mandato, controlar todos los comités políticos y los tribunales de justicia, acaparando un poder que hasta entonces no ha obtenido ningún otro dirigente galáctico. Lo que está aplicando Palpatine, consciente y voluntariamente, es una actuación basada en la guerra para centralizar el poder en torno a su figura. Poco después del estreno de esta trilogía, Noami Klain definió este tipo de estrategias como la doctrina del shock (Klain, Paidos, 2007). 
 
"Milord, la guerra ha comenzado"
 
 
  Tercera etapa. Un ejército para la República
 
· Al mismo tiempo que juega a dos bandas, como canciller y como Darth Sidious, Palpatine maniobra para la formación de un ejército que combata a los separatistas. Aparentemente se trata de una actuación en la que no ha intervenido, pero todo nos hace sospechar que él está detrás de la creación de ese ejército clon. Estas tropas deberían servir para enfrentarse al problema separatista encabezado por el propio Palpatine como Darth Sidious, pero de hecho, la militarización de la democracia galáctica se convierte en una falsa solución para combatir la crisis. Gracias a ello, el canciller contará con una fuerza de combate que acabará con su mayor enemigo, la Orden Jedi. Aunque inicialmente los soldados clon están bajo la supervisión de estos Guardianes de la República, el canciller pronto los desplazará para controlarlos directamente.
 
· Bajo este punto de vista queda patente que es el canciller quien está alentando la guerra, quien trata de controlar ambos bandos para provocar un conflicto bélico que lleve irreversiblemente al Senado a concederle  más poderes, a evitar el fin de su legislatura y a dotarle de un ejército que le otorgue el poder militar supremo. Por tanto, las guerras clon son en realidad una simulación intencionada para favorecer la militarización de la República, para cruzar el Rubicón llevando legiones a Roma. Una democracia puede degenerar en tiranía en unas pocas maniobras. 
 
Un ejército para... ¿la República?
El ataque de los clones (2002)
 
 
Cuarta etapa. Ejecuten la orden 66

·A partir de aquí, la estrategia más refinada y difícil de Palpatine es la destrucción de los jedis. Para ello debe provocarles, aunque de esa forma arriesgue su propia vida. Esta es la apuesta más complicada, pero si vence logrará destruir a los enemigos de los sith. Por ese motivo desvela ante Anakin que él es un Señor Oscuro. No se trata de un desliz, no es una frase fruto de la casualidad. Todas las actuaciones del canciller han sido minuciosamente meditadas con antelación. Al revelar su auténtica naturaleza, Palpatine provoca a los Guardianes de la Paz y de la Justicia para que le ataquen. Pero no están atacando solo a un sith, están intentando matar al máximo dirigente del Senado. Es la excusa perfecta para ejecutar la Orden 66, que convierte en enemigos de la República a todos aquellos que atenten contra  el canciller. Los jedis se convierten así en unos proscritos.
 
· Este paso se dará en el Episodio III. La República ya tiene un ejército. Palpatine ha logrado lo que pretendía. Pero al frente de las tropas clon que combaten a los prescindibles separatistas están los Caballeros Jedi. Lo que ellos buscan es sofocar el conflicto y retornar a la situación anterior, a la normalidad legal que debería provocar la renuncia de un canciller que ha alargado irregularmente su gobierno. Por tanto, son un obstáculo para la ambición de ese mismo canciller. Su desaparición, permite a Palpatine convertirse al fin en emperador.

Soldados clon aplicando la Orden 66.
La venganza de los sith (2005)
 
 
Quinta etapa.  La disolución del Senado imperial

· Curiosamente, la última etapa, el momento cumbre en el que Palpatine logra el poder absoluto, no se produce en las precuelas. Al final de La venganza de los sith se ha convertido en emperador, pero todavía no ha logrado el dominio total de la galaxia. Para controlar los miles de sistemas planetarios que la componen tiene que apoyarse en la burocracia, es decir, en el Senado imperial. Eso significa que todavía existe un contrapeso a su poder. En realidad, la última etapa de este trayecto imperialista se produce en la primera película de la saga, en Una nueva esperanza (1977), gracias a la aparición de la Estrella de la Muerte. Con ella, el emperador ya no necesita a los burócratas. La desaparición del Senado imperial es el último paso para obtener el poder absoluto. El miedo a la Estrella de la Muerte le permite culminar el proceso iniciado en La amenaza fantasma. Así se desprende de un diálogo que encontramos en el Episodio IV:
           
General Tagge: La rebelión seguirá ganando apoyo en el Senado imperial.

Gran Moff Tarkin: El Senado imperial ya no debe preocuparnos en absoluto. Acabo de ser informado de que el emperador ha disuelto esa cámara para siempre. Los últimos reductos de la antigua República han sido ya barridos.

General Tagge: Eso es imposible. ¿Cómo va a mantener el control sin la burocracia?  

Gran Moff Tarkin: Ahora, los gobernadores regionales tienen mando directo en sus territorios. El miedo mantendrá en orden los sistemas locales.

El Gran Moff Tarkin junto a su "fiel perro Vader".
Una nueva esperanza (1977)

· Con la desaparición del vetusto Senado imperial, Palpatine alcanza la definitiva culminación de su estrategia política: el poder absoluto sin ningún contrapeso digno de Montesquieu. Pero como suele suceder en política, alcanzar el máximo poder posible también suele ser el inicio del declive, como demuestra la destrucción de la Estrella de la Muerte por parte de la Alianza Rebelde. Este es el principio del fin para el tirano, que se ha quedado sin su arma más terrorífica.  A pesar de la implantación del Imperio, aún hay esperanza para la galaxia. La caza de los rebeldes durante El imperio contraataca y el anzuelo de la segunda Estrella de la Muerte para destruirlos a todos de un solo golpe en El retorno de del jedi (1983) acabarán provocando la caída del régimen de Palpatine. El emperador ha engañado a muchos durante demasiado tiempo, pero la última trampa, concebida para cazar a la Alianza Rebelde, terminará por destruir al propio Lord Sith.
 
-.-
 
Si os ha interesado esta entrada, podéis encontrar más información en mi artículo: “Todo aquel que accede al poder, teme perderlo algún día. El emperador Palpatine. Cinco cómodos pasos para convertirse en tirano", publicado en el libro La Fuerza está contigo. Poder y política en Star Wars. Editorial Pireo, Valencia, 2020. 
 
 

 
 
Bibliografía 
 
· KLAIN, Noami. La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Editorial Paidós, Barcelona, 2007.
 
· MEMBA, Javier. La década de oro de la Ciencia ficción (1950-1960). T&B Editores, Madrid, 2005.
 
· SANSWEET, Stephen J. Enciclopedia Star Wars. Alberto Santos Editor, LucasBooks, Madrid, 1999.



domingo, 19 de noviembre de 2023

Star Wars. La influencia de la mitología en la saga





· Aunque desconocida para muchos aficionados, la saga Star Wars cuenta con una serie de influencias y referentes culturales, sin las cuales hubiera sido imposible su existencia. Entre estos referentes destaca el investigador estadounidense Joseph Campbell (1904-1987), un erudito experto en mitología comparada. 
 
· Suele considerarse que el universo creado por George Lucas a finales de los años 70 es uno de los mejores ejemplos de cine comercial, basado en escenas de acción impactantes, efectos especiales revolucionarios y un amplio merchandising para la legión de seguidores con los que cuenta la saga. Pero lo cierto es que, además de todo ello, Star Wars es uno de los productos culturales más complejos y apasionantes de las últimas décadas, con vínculos tanto de la cultura popular como de la alta cultura. La importancia de los mitos tradicionales y de las teorías de Joseph Campbell, reconocidas por el propio Lucas, así lo demuestran.


domingo, 8 de noviembre de 2015

La reprsentación femenina en Star Wars. De la princesa Leia a Ashoka Tano.

 

 
Uno de los debates que rodea a las películas de Star Wars desde su origen se centra en el papel de las mujeres y en su peso específico dentro de la saga. Parte de la crítica especializada suele reprocharle a George Lucas que el número de personajes femeninos es muy inferior al de los masculinos, y que apenas cuentan con una profundidad psicológica relevante, es decir, que Lucas no sabe crear personajes femeninos complejos. Sin embargo, esta es una aproximación superficial para comprender el balance masculino-femenino en tales producciones cinematográficas.

Como  afirmaba el investigador Joseph Campbell en relación con los mitos derivados de las sociedades patriarcales “la función de la mujer ha sido devaluada sistemáticamente, no sólo en un sentido simbólico cosmológico, sino también personal, psicológico. Y su papel se reduce, o incluso se suprime, en los mitos del origen del universo, igual que en las leyendas de los héroes”.[1]

En el cine de ciencia ficción de los años cuarenta y cincuenta, esta visión patriarcal quedaba claramente reflejada en los roles de género. Los personajes femeninos se limitaban a gritar ante el monstruo terrestre o extraterrestre de turno, y a esperar a ser rescatadas por el héroe masculino –para más señas anglosajón, blanco y protestante. Este rol femenino implicaba por otra parte “la utilización de la mujer como elemento erótico”, cuyo objetivo era satisfacer al público masculino. Por su parte, el héroe varón era “el personaje activo encargado de salvar a la heroína y al mundo.”[2]
 

 Anne Francis en Planeta Prohibido (1956) Fred M. Wilcox
El reclamo sexual de la ciencia ficción clásica


Podríamos pensar que esta visión discriminatoria se reproduce  en el personaje de Leia Organa, prisionera en la Estrella de la Muerte. Se trataría simplemente de la princesa que debe ser rescatada del Ogro-Vader por parte del héroe masculino-motor de la historia. Por ese motivo, algunos críticos cinematográficos han afirmado que dicho estereotipo solo se habría roto en el cine de ciencia ficción a partir de Alien, el octavo pasajero, con la teniente Ripley interpretada por Sigourny Weaver en 1979.  
 

La princesa Leia en la Estrella de la Muerte.
Una nueva esperanza (1977) George Lucas.

       Ripley mostraba en la película de Ridley Scott un alto grado de independencia, sujeto de la acción en lugar de objeto, con iniciativa propia, capaz de enfrentarse al monstruo fálico en lugar de esperar el rescate de los tripulantes masculinos de la nave Nostromo. Es evidente que esta interpretación resulta bastante acertada, pero el problema es que al mismo tiempo ignora algunos datos evidentes. En primer lugar, la afirmación de que Ripley  es el primer personaje antiarquetípico de la ciencia ficción olvida el alto grado de masculinidad que mantiene del guion original, un guion en el que se hablaba del teniente y no de la teniente, es decir, se trataba de un personaje masculino. Incluso el casting inicial proponía al actor Paul Newman como Ripley. El cambio de Newman por Weaver no debe hacernos olvidar que dos años antes ya había aparecido la princesa Leia como personaje femenino que toma la iniciativa por sí misma y no espera a que el héroe varón la rescate:

Luke: No hay ninguna otra salida.

Chewbacca: [Gruñidos]

Han: No podré seguir conteniéndolos. ¿Qué hacemos?

Leia: Pues vaya un rescate. Si se entra hay que tener un plan para salir.

Han [señalando a Luke]: El cerebro es él, ¡encanto!

Luke: Bueno, yo no…

Leia le arrebata el blaster de rayos a Luke y dispara a los soldados de asalto.

Han: ¡¡Qué demonios hacemos!!

Leia: ¿Tendré que tomar yo las decisiones? ¡Por el vertedero de desperdicios, rápido!


Sigourney Weaver en Aliens el regreso. 
James Cameron. 1986.


      Gracias a escenas como esta podemos afirmar que el precedente de Leia anticipa y resulta fundamental para la existencia de la teniente Ripley. Del mismo modo, debemos entender que Leia debe buena parte de su existencia a un figura concreta de la literatura del siglo XX, que apenas se ha utilizado como referente del personaje ideado por George Lucas. Nos referimos a Éowyn de Rohan, creada por John R. R. Tolkien en El señor de los anillos.

A diferencia de los roles femeninos habituales de la literatura épico-medieval de los siglos XIX y XX, Éowyn no permanece en Rohan protegiendo a las mujeres, ancianos y niños allí refugiados, sino que decide acudir a Gondor a la gran batalla final de El retorno del rey, lo que da pie a una de las escenas más memorables de la Tierra Media, cuando Éowyn, disfrazada de guerrero y con un nombre masculino, Dernhelm, se enfrenta al Rey Brujo de Angmar, montado en su terrorífico Nazgúl. Sucede en la batalla de los Campos de Pelennor. El hobbit Merry es testigo de la escena. El rey Théoden ha muerto y el Nazgúl se dispone a devorarlo, pero Éowyn se interpone ante el monstruo montado por el Rey Brujo. Una escena en la que se observa una clara reivindicación de lo femenino en la aventura del anillo único:

-Haz lo que quieras; más yo lo impediré, si está en mis manos.

-¡Impedírmelo! ¿A mí? Estás loco. ¡Ningún hombre viviente puede impedirme nada!

Lo que Merry oyó entonces no podía ser más insólito para esa hora: le pareció que Dernhelm se reía, y que la voz límpida vibraba como el acero.       

-¡Es que yo no soy ningún hombre viviente! Lo que tus ojos ven es una mujer. Soy Éowyn hija de Éomund. Pretendes impedir que me acerque a mi señor y pariente. ¡Vete de aquí si no eres una criatura inmortal! Porque vivo o espectro oscuro, te traspasaré con mi espada si lo tocas.[3]


Éowyn enfrentándose al Rey Brujo de Angmar.
El retorno del rey (2003) Peter Jackson.

         Éowyn es un referente atípico en la literatura de aventuras de la primera mitad del siglo XX, por lo que no se le puede achacar a Tolkien la escasez de este tipo de heroínas en su creación literaria, ya que la dama de Rohan supone de por sí una verdadera novedad en este tipo de narraciones. Lo mismo sucede con Leia en el cine de los setenta, pero a diferencia de Éowyn tiene continuidad, ya que abre las puertas a la teniente Ripley en Alien, o a Sarah Conor en Terminator, rompiendo así con la esquemática y patriarcal presencia femenina en el cine fantástico o de ciencia ficción de los años cuarenta y cincuenta.


 Sarah Connor al final de Terminator.
James Cameron. 1984.
 
       En cuanto al resto de roles femeninos de la primera trilogía no son muy numerosos, es cierto, pero debemos tener en cuenta que la mitad de personajes del Ciclo Lucas pertenecen al Imperio o al Lado Oscuro, y ninguno de ellos es femenino. En el Imperio existe un claro desequilibrio en favor de lo masculino. ¿Significa esto que el malvado orden político creado por Palpatine es masculino y la bondadosa Alianza Rebelde es un matriarcado dirigido por Mon Mothma? No, significa que en la Alianza Rebelde y en el Lado Luminoso existe un equilibrio natural entre lo femenino y lo masculino (propiciado seguramente por la Fuerza), y en el Imperio existe una exaltación y monopolio de lo masculino, un desequilibrio en favor de este género, independientemente de los personajes femeninos vinculados al Lado Oscuro que aparecen en el Universo Expandido, y que en las seis películas estrenadas inicialmente no se muestran.


Mon Mothma, líder de la Alianza Rebelde.
El retorno del Jedi (1983) Richard Marquand.
   
     Aunque es cierto que en la trilogía original aparecen pocos personajes femeninos (podría hablarse de cierto "síndrome de pitufina", en referencia a la serie de animación "Los pitufos", donde solo aparecía un personaje femenino, rodeado de muchos masculinos), la verdad es que en las precuelas, George Lucas dio un paso más y abandonó ese "síndrome de pitufina", poblando su lejana galaxia con un buen número de personajes femeninos, tanto protagonistas, como secundarios o figurantes.

Las doncellas de la Reina Amidala.
La amenaza fantasma (1999) George Lucas.

    Por otra parte, todos los personajes femeninos de la primera trilogía de Star Wars contaban con un perfil positivo. Lo femenino en estas películas era sinónimo del Lado Luminoso, de bondad, solidaridad o altruismo. No existía una visión negativa-misógina de la mujer o de las mujeres en estas películas. Tampoco de debilidad, falta de carácter, vanidad o cualquier otro estereotipo habitual en las narraciones surgidas de las sociedades patriarcales.

        Esta idea la podemos ver reflejada en personajes como la tía Beru, madre adoptiva de Luke, que tiene una actitud protectora y comprensiva ante las inquietudes del futuro Jedi, siendo más receptiva que el tío Owen. Se trata de características positivas frente a la capacidad destructiva del Imperio, simbolizada por la Estrella de la Muerte y los soldados de asalto. Parecido papel es el de Shmi, la madre de Anakin, que cumple la doble función de generar vida y protegerla, lo que redobla su carácter positivo a lo largo de la narración.

  Una primera apreciación sobre estos personajes podría hacernos creer que la vinculación mujer-maternidad estaría repitiendo estereotipos patriarcales: lo masculino como reflejo de lo público y lo femenino como componente exclusivo del mundo privado y familiar. Sin embargo, podemos afirmar que Beru y Shmi no  representan ese sistema de valores, sino la capacidad de la naturaleza para generar  y mantener la vida, para protegerla frente a la destrucción y el caos representado por los señores de la guerra, es decir, los siniestros agentes del Imperio.

     Para reforzar este argumento debemos tener en cuenta que el resto de personajes femeninos del Ciclo Lucas (Padme, Leia, Jamillia o Mon Mothma), cuentan con profesiones liberales, son reinas, senadoras o dirigentes de la resistencia, implicadas por tanto en la vida pública, mujeres con un oficio no doméstico y un carácter fuerte. En cambio, en la ciencia ficción tradicional de los años cuarenta y cincuenta, las mujeres con “poder”, alienígenas en su mayoría, eran rechazadas claramente frente a mujeres que aceptaban el rol familiar: “los guionistas inventaban formas para devolver a la mujer a su lugar natural que solía traducirse en la eliminación de la fémina hostil y la integración de la receptiva, que pasaba por quedar rendida ante la idea de una tranquila vida en una casita de Baltimore criando niños”.[4] Star Wars, de nuevo, rompe con ese estereotipo patriarcal.


Devil girl from Mars (1954) David MacDonald.
El título misógino lo dice todo.
    
    Lo curioso, después de esta reflexión, es que de forma recurrente suele generarse un amplio debate sobre el vestuario de la princesa Leia en el Palacio de Jabba, al considerarlo sexista. Sin embargo, la lectura de esta aventura “palaciega” es justo la opuesta. Al capturarla, Jabba el Hutt convierte a Leia al mismo tiempo en prisionera y en mujer objeto, jugando simbólicamente con devorarla gastronómica y sexualmente. Pero al final de esta peripecia, ella acaba liberándose de esa doble opresión ahogando al mafioso galáctico con la misma cadena que la tenía apresada. Leia se libera a sí misma como prisionera y como esclava-objeto sexual sin la intervención de ningún héroe masculino.
 

 La princesa Leia en el Palacio de Jabba.
El retorno del Jedi (1983) Richard Marquand.
 
En definitiva, la saga galáctica iniciada por George Lucas entronca con la tradición religiosa de Oriente Próximo (lejana del sistema patriarcal bíblico o grecolatino), según la cual la divinidad era representada de forma indistinta como femenina o masculina, siendo la forma (el género) una máscara de la esencia.[5] 
Independientemente del debate entre el fandom sobre la calidad de la trilogía Disney, no es de extrañar que en estas nuevas películas  (y en series como Ashoka) los personajes femeninos de la saga tengan cada vez mayor importancia. Simplemente supone proyectar en el momento actual la trayectoria iniciada por la princesa Leia en 1977, una princesa fuerte, independiente, líder de la Alianza Rebelde, que no necesitaba de la ayuda de los personajes masculinos para liberarse de ninguna babosa intergaláctica.

 
La princesa Leia liberándose de Jabba 
con la cadena que la tiene prisionera. 
 
    Si os ha interesado esta entrada, podéis tener más información en:
 

 
· Benítez Bolorinos, Manuel. El viaje de héroe en Star Wars. Mitología, cine y ciencia ficción. Ed. Amarante. Reedición 2021.
 
· Benítez Bolorinos, Manuel.  Star Wars. ¿Una saga feminista? Los roles de género en el cine de ciencia ficción. En: De lo fantástico y lo inadmisible. Coord.: Mario Paul Martínez y Fran Mateu. Ed. Miguel Herrero Herrero, 2019,  págs. 11-26.
 

[1] CAMPBELL, Joseph. Las máscaras de Dios. Mitología Occidental. Alianza Editorial, Madrid, 1991, p. 181.
[2] DE MIGUEL, Casilda. La ciencia ficción: un agujero negro en el cine de género. Bilbao, Servicio Editorial, Universidad del País Vasco, 1988, p. 201.
[3] TOLKIEN, John R. R. El señor de los Anillos III. El retorno del rey. Ed. Minotauro, Barcelona, 1992, p. 146.
[4] GONZÁLEZ-FIERRO SANTOS, José Manuel, y GONZÁLEZ-FIERRO SANTOS, Francisco Javier. Vinieron del espacio. Alienígenas de cine. Arkadin Ediciones, Madrid, 2005, p. 44.
[5] CAMPBELL, Joseph. Las máscaras de Dios. Mitología Occidental…, p. 30.