· Una de las líneas argumentales más habituales en el cine de ciencia ficción, especialmente en el subgénero de extraterrestres, es la típica invasión alienígena. Seres procedentes de otros planetas elaboran complicados planes de guerra para conquistar o destruir la Tierra. Ante esta amenaza solo cabe una respuesta
violenta, defensiva y xenófoba. El otro, el diferente, el que proviene del
exterior, es un ser peligroso que debe ser repelido mediante el uso de las armas. Este lugar común puede ser consecuencia del concepto de alteridad o miedo a lo desconocido, pero también cuenta con una lectura claramente política,
como ocurría con el cine estadounidense de los años 50: la identificación del
peligro extraterrestre con el enemigo comunista en plena Guerra Fría. Uno de los ejemplos más destacados sería La guerra de los mundos (Byron Haskin, 1953), una película en la que los
marcianos representaban “la alegoría por excelencia del Kremlin” (Memba, 2005, p.
74).
Los alienígenas de Byron Haskin provenían del Planeta Rojo, no atacaban a ningún país del otro lado del Telón de Acero y destruían iglesias...
· Sin embargo, George Lucas escogió una opción completamente distinta a la hora de crear Star Wars. En ella, el Enemigo pertenece a la galaxia donde se desarrolla la narración, no es un agente extraño a ese mundo. En realidad, el personaje que
ejerce la función de villano proviene de la propia organización política que se describe en la saga. El subtexto que aportan estas películas es, por tanto, muy diferente del anterior. Habla del peligro que anida en el interior de todo
sistema democrático: su transformación desde dentro en una tiranía sanguinaria
y militarista.
· El centro de este cambio radical es el emperador Palpatine. En un principio parece tratarse de "un hombre tranquilo y sin pretensiones, un individuo
soso que carecía de ambición o astucia, que permaneció al margen de la
corrupción que infectaba al gobierno. Sin embargo, Palpatine era un consumado
actor en la arena de la política galáctica, así como un maestro del Lado
Oscuro. Una vez hubo engañado a varias facciones para que le apoyaran para el
cargo de jefe del Senado, actuó con rapidez para consolidar su poder”
(Sansweet, 1999, p. 229).
El senador Palpatine.
"Un hombre tranquilo y sin pretensiones"
· Lo curioso es que a pesar de acabar convirtiéndose en la cabeza visible de un régimen tiránico, el emperador es uno de los personajes con menos referencias en la trilogía original: apenas se le menciona en el Episodio IV y
solo tiene una aparición holográfica en el Episodio V, siendo su
presencia más importante en el Episodio VI al tentar a Luke para que se pase al Lado Oscuro. En realidad, el desarrollo de este personaje se produjo en las precuelas. Palpatine apareció en ellas como una de las figuras más complejas e interesantes de la saga, mostrándose como un auténtico maestro de títeres que hará que la República se desmorone desde dentro.
· De este modo, el conflicto en Star Wars no se produce por una invasión alienígena que amenaza el mundo conocido, sino por una larvada estrategia interna para lograr el poder, un golpe de Estado que acaba dando lugar a una dictadura galáctica, apoyada por un ejército opresor cuyos dirigentes se visten con uniformes sospechosamente parecidos a los oficiales nazis de la Segunda Guerra Mundial.
· La articulación de esta estrategia se produce en varias etapas a lo largo de las precuelas. Aunque Lucas insinúa que la República cuenta con problemas previos a la actuación del futuro emperador, lo cierto es que todos los conflictos planteados en estas tres películas tienen un mismo
punto de partida, el senador Palpatine, y un único objetivo, lograr el poder absoluto. Sin lugar a dudas, este personaje es el motor oculto y principal de buena
parte de los acontecimientos descritos en los Episodios I, II y
III. Para ello, el senador de Naboo elabora una planificación compleja, llena de movimientos soterrados, que solo se harán visibles cuando confiese ante Anakin Skywalker que él es el Lord Sith de cuya
existencia sospechaba el Consejo Jedi.
El senador de Naboo actúa como una araña tejiendo su tela para lograr el poder absoluto
· Palpatine se muestra así como una de las figuras más atractivas de esta trilogía, gracias también a la magnífica actuación de un secundario
de lujo, Ian McDiarmid. Inicialmente, podemos identificarle como el político
intrigante, el seductor, el que susurra al oído del resto de personajes para
adular y obtener de ellos lo necesario hasta alcanzar su objetivo final. Tales actuaciones nos hacen pensar que Palpatine está detrás de todas las
tramas políticas que le llevan a obtener el cargo de canciller y posteriormente
el de emperador. Dicha estrategia
le permitirá alcanzar el máximo poder en la galaxia a través de cinco “cómodos”
pasos o escalones políticos:
Primera etapa. De senador a canciller
· La primera de estas etapas, partiendo de su puesto como senador, es incitar a
la Federación de Comercio para que realice la ocupación del pequeño y pacífico planeta Naboo. Su intención es alentar este conflicto en el Borde Exterior para descabezar a la República y obtener el cargo de canciller. La invasión, que él mismo impulsa como Darth Sidious,
tiene como objetivo la firma de un tratado que legalice el control comercial de
Naboo. No queda clara la estratagema, ya que Lucas ofrece pocos datos, pero
parece que Palpatine-Sidous pretende utilizar este acuerdo para provocar la dimisión
o el cese del canciller Valorum. Sin embargo, la huida de la
reina Amidala junto a dos jedis le obliga a cambiar de estrategia. Aquí se observa un rasgo
imprescindible del Lord Sith: su capacidad para improvisar, para aprovechar
todos los sucesos y giros políticos en
beneficio de sus intereses. Con la llegada de Amidala a la capital, le “susurra”
varias opciones que siempre concluyen en la necesidad de descabezar a Valorum.
Como político que se mueve hasta ese momento entre las sombras, otros deben
hacer el trabajo sucio por él, para que
nadie sospeche de sus ambiciones. La reina pide la dimisión del canciller
porque piensa que no existe otra salida para el conflicto de Naboo, al menos
eso le ha hecho creer Palpatine. De esta forma, la presidencia de la República
queda libre. Otros senadores se encargarán de proponerle como candidato.
Seguramente los ha seducido con su carisma político. El nuevo canciller ha
trabajado mucho tiempo para crear el clima necesario a su favor. Solo le faltaba la renuncia de Valorum. Ha configurado una compleja tela de araña para
lograrlo. Si un hilo no funciona moverá otros hasta conseguir su propósito.
Segunda etapa. Los separatistas.
· Después de haber logrado su primer objetivo, a Palpatine se le presenta un problema de difícil solución. El sistema democrático de la República obliga a que solo pueda estar al frente del Senado durante dos legislaturas. Después debe abandonar el cargo, lo que supone un grave contratiempo para sus aspiraciones. Para evitar esa temporalidad, Palpatine elabora una nueva estrategia en El ataque de los clones. La trama principal de esta película es la aparición de un grupo de separatistas que pretenden dividir la República como respuesta a la ineficacia del sistema para resolver los conflictos existentes. Como canciller, Palpatine se opone a esta división, pero al final de este capítulo comprobamos que es él quien está detrás del máximo líder separatista, el conde Dooku. Ambos se encuentran en Coruscant y el diálogo es muy esclarecedor:
Conde Dooku: La Fuerza está con nosotros maestro Sidious.
Darth Sidious-Palpatine: Bienvenido a casa lord Thyranus… Lo has hecho muy bien.
Conde Dooku: Tengo buenas noticias, milord: la guerra ha empezado.
Darth Sidious-Palpatine: Excelente. Todo se va cumpliendo según lo planeado.
· Por tanto, es Palpatine quien alimenta el conflicto, generando así una guerra civil, con la intención de que la crisis política obligue al Senado a concederle mayores poderes como canciller. El
objetivo de esta medida es alargar artificialmente su mandato, controlar todos
los comités políticos y los tribunales de justicia, acaparando un poder que
hasta entonces no ha obtenido ningún otro dirigente galáctico. Lo que está aplicando Palpatine,
consciente y voluntariamente, es una actuación basada en la guerra para
centralizar el poder en torno a su figura. Poco después del estreno de esta
trilogía, Noami Klain definió este tipo de estrategias como la doctrina del shock (Klain, Paidos, 2007).
Tercera etapa. Un ejército para la República
· Al mismo tiempo que juega a dos bandas, como canciller y como Darth Sidious, Palpatine maniobra para la formación de un ejército
que combata a los separatistas. Aparentemente se trata de una actuación en la que no ha intervenido, pero todo nos hace sospechar que él está detrás de la creación de ese ejército clon. Estas tropas deberían servir para enfrentarse al problema separatista encabezado por el propio Palpatine como Darth Sidious, pero de hecho, la militarización de la democracia galáctica se convierte en una falsa solución para combatir la crisis. Gracias a ello, el canciller contará con una fuerza de combate que acabará con su mayor enemigo, la Orden Jedi. Aunque inicialmente los soldados clon están bajo la supervisión de estos Guardianes de la República, el canciller pronto los desplazará para controlarlos directamente.
· Bajo este punto de vista queda patente que es el canciller quien está alentando la guerra, quien trata de
controlar ambos bandos para provocar un conflicto bélico que lleve
irreversiblemente al Senado a concederle
más poderes, a evitar el fin de su legislatura y a dotarle de un
ejército que le otorgue el poder militar supremo. Por tanto, las guerras
clon son en realidad una simulación intencionada para favorecer la
militarización de la República, para cruzar el Rubicón llevando legiones a
Roma. Una democracia puede degenerar en tiranía en unas pocas maniobras.
Cuarta etapa. Ejecuten la orden 66
·A partir de aquí, la estrategia más refinada y difícil de Palpatine es la
destrucción de los jedis. Para ello debe provocarles, aunque de esa forma arriesgue su propia vida. Esta es la apuesta más complicada, pero si vence logrará destruir a los enemigos de los sith. Por ese motivo desvela ante Anakin que él es un Señor Oscuro. No se trata de un desliz, no es una frase fruto de la casualidad. Todas las actuaciones del canciller han sido minuciosamente meditadas con antelación. Al revelar su auténtica naturaleza, Palpatine provoca a los Guardianes de la
Paz y de la Justicia para que le ataquen. Pero no están atacando solo a un sith, están intentando matar al máximo dirigente del Senado. Es la excusa perfecta para ejecutar la Orden 66, que
convierte en enemigos de la República a todos aquellos que atenten contra el canciller. Los jedis se convierten así en unos proscritos.
· Este paso se dará en el Episodio III. La República ya tiene un
ejército. Palpatine ha logrado lo que pretendía. Pero al frente de las tropas
clon que combaten a los prescindibles separatistas están los Caballeros Jedi. Lo que ellos buscan es sofocar el conflicto y
retornar a la situación anterior, a la normalidad legal que debería provocar la
renuncia de un canciller que ha alargado irregularmente su gobierno. Por tanto,
son un obstáculo para la ambición de ese mismo canciller. Su desaparición, permite a Palpatine convertirse al fin en emperador.
Soldados clon aplicando la Orden 66.
La venganza de los sith (2005)
Quinta etapa. La disolución del Senado imperial
· Curiosamente, la última etapa, el momento cumbre en el que Palpatine logra el poder absoluto, no se produce en las precuelas. Al final de La venganza de los sith se ha convertido en emperador, pero todavía no ha logrado el dominio total de la galaxia. Para controlar los miles de sistemas planetarios que la componen tiene que apoyarse en la burocracia, es decir, en el Senado imperial. Eso significa que todavía existe un contrapeso a su poder. En realidad, la última etapa de este trayecto imperialista se produce en la primera película de la saga, en Una nueva esperanza (1977), gracias a la aparición de la Estrella de la Muerte. Con ella, el emperador ya no necesita a los burócratas. La desaparición del Senado imperial es el último paso para obtener el poder absoluto. El miedo a la Estrella de la Muerte le permite culminar el proceso iniciado en La amenaza fantasma. Así se desprende de un diálogo que encontramos en el Episodio IV:
General Tagge: La rebelión seguirá ganando apoyo en el Senado imperial.
Gran Moff Tarkin: El Senado imperial ya no debe preocuparnos en
absoluto. Acabo de ser informado de que el emperador ha disuelto esa cámara
para siempre. Los últimos reductos de la antigua República han sido ya
barridos.
General Tagge: Eso es imposible. ¿Cómo va a mantener el control sin la
burocracia?
Gran Moff Tarkin: Ahora, los gobernadores regionales tienen mando
directo en sus territorios. El miedo mantendrá en orden los sistemas locales.
El Gran Moff Tarkin junto a su "fiel perro Vader".
Una nueva esperanza (1977)
· Con la desaparición del vetusto Senado imperial, Palpatine alcanza la
definitiva culminación de su estrategia política: el poder absoluto sin ningún
contrapeso digno de Montesquieu. Pero como suele suceder en política, alcanzar
el máximo poder posible también suele ser el inicio del declive, como demuestra
la destrucción de la Estrella de la Muerte por parte de la Alianza Rebelde. Este es
el principio del fin para el tirano, que se ha quedado sin su
arma más terrorífica. A pesar de la implantación del Imperio, aún hay esperanza
para la galaxia. La caza de los rebeldes durante El imperio contraataca y el anzuelo de la segunda Estrella de la Muerte para destruirlos a todos de un solo golpe en El retorno de del jedi (1983) acabarán provocando la caída del régimen de Palpatine. El emperador ha engañado a muchos durante demasiado tiempo, pero la última trampa, concebida para cazar a la Alianza Rebelde, terminará por destruir al propio Lord Sith.
-.-
Si os ha interesado esta entrada, podéis encontrar más información en mi artículo: “Todo
aquel que accede al poder, teme perderlo algún día. El
emperador Palpatine. Cinco cómodos pasos para convertirse en tirano", publicado en el libro La Fuerza está contigo. Poder y política en Star Wars. Editorial Pireo, Valencia, 2020.
Bibliografía
· KLAIN, Noami. La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Editorial Paidós, Barcelona, 2007.
· MEMBA, Javier. La década de oro de la Ciencia ficción (1950-1960). T&B
Editores, Madrid, 2005.
· SANSWEET, Stephen J. Enciclopedia Star Wars. Alberto
Santos Editor, LucasBooks, Madrid, 1999.